Por Lic. Enrique Jaureguis
A 199 años del paso a la inmortalidad de uno de los salteños más destacados, odiado por unos cuantos, queridos por muchos; cabe reflexionar acerca de lo que significó Güemes, como político, y su rol protagónico como militar en la emancipación nacional.
Para muchos, celebrar a Güemes forma parte de la costumbre y de la tradición salteña. Vestirse de gaucho, lucir con orgullo el poncho al hombro, simular ser un hombre de campo, dan muestra de salteñidad, y hasta podría decirse de virilidad.
Pero esta “Devoción” popular por el General, no siempre fue así, basta con recordar el titular de la Gaceta en Buenos Aires, cuando murió Dn Martín Miguel; “Ha muerto el abominable Güemes, tenemos un cacique menos” decía la noticia. Al solo efecto de entender la imagen que se tenía del Héroe, señalo algunos sinónimos del epíteto utilizado: aborrecible, detestable, repudiable, repugnante, repulsivo, despreciable, condenable.
Estos adjetivos son los que les adjudicaron sus enemigos, y no precisamente españoles, sino salteños de “familias bien” de aquella época, que conspiraron contra El hasta matarlo. Las causas de este hecho no son muchas, pero si muy significativas.
Como gobernante había consolidado su poder, en las clases populares, en el peón, el gaucho, el auténtico trabajador del campo, y por lo tanto a ellos se debía. Al gauchaje además de reclutarlo e instruirlos para sus huestes, les hablaba de los principios de “libertad”, y de “igualad”, les explicaba que nadie podía tener dominio sobre cada uno, que todos éramos iguales. Ante estas consignas, el gauchaje comenzó a verlo como un defensor de los más desposeídos, y comenzaron a llamarlo “El padre de los pobres”.
Una de sus arengas asi lo manifiesta: “Por estar a vuestro lado me odian los decentes; por sacarles cuatro reales para que vosotros defendáis su propia libertad dando la vida por la Patria. Y os odian a vosotros, porque os ven resueltos a no ser más humillados y esclavizados por ellos. Todos somos libres, tenemos iguales derechos, como hijos de la misma Patria que hemos arrancado del yugo español. ¡Soldados de la Patria, ha llegado el momento de que seáis libres y de que caigan para siempre vuestros opresores!”.
A partir de 1816, Güemes puso en vigencia un Decreto especial para los gauchos eximiendo de toda obligación del pago de arrendamientos a quienes se incorporen al servicio militar. También prohíbe que los hombres enrolados en su fuerza, puedan ser ejecutados ni compelidos al pago de cualquier cosa que adeudaren.
El temor de los gobernantes porteños, al igual que el de la oligarquía salteña, era la aparición de un nuevo Artigas en el norte. Resultaba preferible perder territorio, que permitir el surgimiento de una figura popular, cuya concepción federal y americanista pusiera en riesgo los privilegios de clase.
Cabe recordar que Artigas, en su accionar militar, contó con el apoyo de la población de zonas rurales y esto le permitió impulsar un proyecto de cambio social, basado en el reparto de tierras entre los pobladores del campo que carecían de propiedades. Esto provocó el temor de los dueños de tierras tanto españoles como criollos, que veían a Artigas como el promotor de una peligrosa revolución social.
Antes este panorama, la suerte estaba echada, la sentencia era firme y sin vueltas, había que matar a Güemes, no interesaba si la Patria perdía un líder, o si nos invadían los españoles, lo importante era no perder las tierras y las vacas.
Es así como se pacta con las tropas realistas, para disponer de un sicario para acabar con la vida del General, y en la noche del 7 de junio, habiéndose sitiado la ciudad por parte de Barbarucho, es herido de muerte al salir de la casa de su hermana Macacha. Inmediatamente las nobles familias, defensoras de la moral; hicieron correr el rumor que había sido herido por el esposo de una amante al encontrarlos juntos.
Luego de su muerte cae en una sombra por varias décadas, sin hablar de El. No era un ejemplo por ser un Caudillo, Guerrillero, un Gaucho. Recién en 1920, durante la presidencia de Hipólito Irigoyen, primer presidente por voto popular, se crea una comisión nacional, para erigir un monumento a su memoria en la ciudad de Salta. La iniciativa fue nacional, no provincial.
El lugar elegido, fue en las afueras de la ciudad; pues las plazas principales de Salta, ya estaban dedicadas a otros próceres; la central a Arenales, el Parque, a San Martín, y la plaza donde hirieron a Güemes, ( hoy en calles Belgrano y Balcarce), se la dedicaron a Belgrano.
No quedaba otra que en las orillas de la ciudad, pasando el tagarete, (hoy Av. Bicentenario) donde no había nada más que el monte en la falda del cerro San Bernardo. Quizás la idea fue que continuara en el olvido. Pero el destino quiso lo contrario, en una carta casi profética había expresado lo siguiente: Así, pues, trabajemos con empeño y tesón, qué si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas desinteresados”. (Carta de Güemes a Belgrano).
Prof. Enrique Jaureguis | Lic en Cs de la Educación
