La opción entre salud y economía parece cómoda pero es irreal. Casi todas las aspiraciones humanas y sus medios de supervivencia, incluida por supuesto la salud, requieren recursos.
La crisis desatada por la pandemia del coronavirus nos lleva a discutir cuestiones que muchas veces rozan con lo irracional. El debate que hace algunos días se instaló entre priorizar salud o economía es un disparate colectivo potenciado en muchos casos por la incapacidad de las autoridades.
Como sociedad debemos entender que el cuestionamiento entre salud o economía es erróneo. Es falso que el sacrificio de una cosa sea en beneficio de la otra. Todo lo contrario, ambas deben retroalimentarse porque sin salud no hay economía y viceversa.
La semana pasada quedó absolutamente demostrado que la idea de frenar la actividad productiva de las empresas como método de prevención de la propagación del covid-19, fue un total desacierto. La última liquidación de los recursos coparticipables que el Estado nacional giró a las provincias y municipios llegó con una merma superior al 30%, producto de la baja recaudación impositiva ante el parate de la economía por la cuarentena.
Este desfinanciamiento en las arcas del Estado no hizo otra cosa que agravar la situación y en Salta hasta se pensó reducir un 15% el salario de un sector de los trabajadores estatales. Por otra parte los Municipios ya anticiparon que de seguir así el próximo mes no estarán en condiciones de liquidar sueldos de municipales, esos mismos que cumplen tareas de vigilancia epidemiológica en los accesos de cada pueblo.
Pero la inactividad productiva no solo afecta al sector público, también a los empresarios y trabajadores del sector privado en forma directa. Empresario que no produce no puede pagar sueldos, trabajador que no cobra no puede sostener a su familia.
La salud y la economía deben caminar de la mano, y el Estado debe allanar todos los caminos necesarios para que esto sea así.
Esta muy claro que la prevención del contagio del coronavirus es un tema que no se discute y debe encontrar en las autoridades la capacidad suficiente para ordenar la coexistencia de ambos intereses, en tanto las empresas deberán asumir con responsabilidad el caso y ajustar protocolos para una gestión segura.
Pero definitivamente debemos entender una lógica; sin producción no hay recursos, y sin recursos no hay vacunas, no hay médicos ni policía, es decir que sin economía, hasta la salud pasará a ser una quimera.
