Por Lic. Enrique Jaureguis
En el transcurso del proceso de aislamiento social obligatorio, fueron saliendo a la luz, muchas cosas que muestran la realidad de nuestro país. En esta columna quiero referirme específicamente al manejo centralista de la información.
Desde años remotos, sabemos de la eterna lucha entre federales y unitarios, entre porteños y provincias, posicionamientos que llevo a sendas guerras civiles, a lo largo de la historia argentina.
La realidad es que la ubicación estratégica portuaria de la ciudad porteña y su alrededor bonaerense, los llevo a contar con ciertos “privilegios”. Situación que es cedida generosamente por quienes debieran defender el federalismo.
Entre los varios beneficios con que cuenta, podemos mencionar la administración nacional con sus tres poderes, la radicación de la mayor cantidad de industrias, las mejores tierras productivas; el puerto como puerta de salida al comercio internacional. Entre estos, un tema no menor es el manejo de la información y la difusión de la cultura, cuyo poder también está en Buenos Aires.
La difusión de la información, esta monopolizada en un puñado de agencias y canales televisivos, que tienen el poder de “oficializar” toda información, generando opinión pública, con alto nivel de veracidad.
Toda la producción de programas televisivos sean de entretenimientos, deportes, hasta los cortos publicitarios; tienen como contexto o entorno a Buenos Aires. Si por casualidad, en el reparto de alguna telenovela, aparece un personaje de provincia, es la muchacha pobre que llegó del norte a buscar trabajo. Pareciera que Argentina fuera solo Buenos Aires, sin existencia de la provincias, y que la pobreza es solo característica del interior argentino.
Si observamos detenidamente la programación televisiva, podemos advertir que ningún programa responde a la auténtica cultura nacional, a la rica cultura y valores de las provincias, o al menos de las diferentes regiones de nuestro territorio argentino. El deporte de primera, los recitales, las novelas, las noticias; todo transcurre en Buenos Aires.
Por su parte los programas que generan análisis de la realidad, y promueven la opinión pública, parten de la realidad porteña. Igual suerte tiene la difusión de la información. Y este no es un tema menor, porque en un estado de derecho, contar con información fehaciente te otorga poder, y desinformar al pueblo, tiene consecuencias nefastas.
La difusión de información en el contexto de pandemia, no estuvo ajeno a esta manipulación centralista. En ningún canal nacional pudimos ver la realidad de Formosa o Catamarca, provincias que no tienen casos de COVID 19, o de aquellas como Salta, Jujuy o San Juan, que tienen un escaso número de contagios, o la situación de Chaco. En cambio, si vemos hasta el hartazgo las noticias hasta en detalle, de lo que sucede en la ciudad de Buenos Aires y su área metropolitana. A tal punto de influir en autoridades del interior, que tomaron medidas que solo tienen sentido en Buenos Aires.
Esta difusión desmedida de la información centralista, puede parecer lógico porque es el contexto de los canales monopólicos, con el agravante que estos medios, que en su mayoría pertenecen a Multinacionales informativas, que actúan de tamiz o colador en la información internacional.
Para avanzar en un federalismo informativo, los “Honorables legisladores nacionales”, debieran defender el interior que representan, generando leyes que regulen su funcionamiento. Una medida podría ser que cierto porcentaje de los programas, o información provengan de las provincias, o crear canales regionales abiertos que puedan verse a lo largo y ancho del país.
No es federalismo mostrar en la pantalla durante 3 segundos la postal de alguna provincia. Federalismo es difundir los intereses, las necesidades, la cultura y el acontecer de cada región, es dar participación al interior. La ley de medios pudo haber sido un buen comienzo; pero como amenazaba los monopolios, fue ignorada.
Por Prof. Enrique Jaureguis | Lic. en Cs de la Educación
