Por Lic. Enrique Jaureguis
Recientemente celebramos en todo el mundo el día del trabajador. Una fecha impuesta en homenaje a los «Mártires de Chicago», así denominado a un grupo de sindicalistas anarquistas que fueron ejecutados en 1886 en Estados Unidos por realizar un reclamo laboral.

Pudo haber sido también un 7 de enero, en recuerdo a la Semana trágica, nombre con el que se conoce la represión y masacre sufrida por el movimiento obrero argentino, en la que fueron asesinadas cientos de personas en Buenos Aires, en la segunda semana de enero de 1919, bajo el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen. O también en alusión a la masacre de la Patagonia rebelde.
O bien el 8 de marzo cuando en 1908; 129 mujeres murieron incendiadas en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga para reclamar una reducción de jornada laboral a 10 horas, y por las malas condiciones de trabajo que padecían.
Revisando la historia, podríamos elaborar una larga lista de hechos nefastos, de conflictos entre el capital y el trabajo, de reclamos de derechos y de abusos de poder. Pareciera ser que son dos sectores que nunca encuentran el punto de equilibrio. Sin dudas que los intereses son distintos en cada sector.
Lamentablemente en nuestra América Latina, todavía hablar de derechos sociales te convierte en “Zurdo” o “Comunista”, y hablar de capital, en “Gorila” o “Liberal”; “Derecha” o “Izquierda”, sin admitir siquiera un punto medio, a pesar de mucha bibliografía escrita, como las memorables encíclicas papales, la Doctrina social de la Iglesia Católica, y las posiciones sociales de gobiernos en potencias europeas.
En Argentina hubo movimientos de acercamientos a una tercera posición, pero fueron aniquilados como ideologías, me refiero al Radicalismo y al Justicialismo, cuyos líderes fundadores luego de sendas proclamas sociales, fueron derrocados con la ayuda del “Ejército Argentino”,
En nuestro continente cuesta mucho entender que los dos elementos son claves en el desarrollo de los pueblos. Sin el Capital no hay fuentes de trabajo; y sin el Trabajo, el capital no produce; con la diferencia que el trabajador además de aportar la mano de obra al capital; al recibir su salario se convierte en el principal consumidor de lo que el capital produce, de nada sirve producir, si no hay quien consuma.
Un presidente argentino dijo en algún momento que “Gobernar es crear trabajo”, esto no significa convertir al aparato estatal en fuente de trabajo, sino en crear las condiciones para que el sector privado “local” y “regional” invierta en fuentes laborales. Una inversión que garantice el beneficio de “El capital y el trabajo”, y el desarrollo del país.
Para esto necesitamos de políticos lúcidos y valientes, que promuevan el desarrollo de las economías regionales y no que se arrodillen frente a capitales extranjeros. Solo por dar algunos ejemplos; los productos lácteos de varios emprendimientos salteños, no los encontramos en las góndolas de los supermercados, (que por cierto, son centro de compras que pertenecen a grandes capitales extranjeros). Lo mismo sucede con la miel, tan especial de nuestra zona sur de Salta. Cuanto trabajo podría generarse en la zona, si el producto apícola, pudiera abastecer al menos a toda la provincia de Salta, vendiéndose en cualquier supermercado. Pero el producto regional, no puede competir con la infraestructura de las grandes marcas, y quienes debieran generar leyes que resguarden el mercado regional, miran para otro lado.
Que estas fechas conmemorativas del Día del trabajo sirvan para la reflexión y el llamado de atención a quienes el pueblo eligió para gobernar, es decir para generar trabajo.
Prof. Enrique Jaureguis | Lic. en Cs de la Educación