Por Lic. Enrique Jaureguis
El pasado primero de abril, el gobernador de la provincia de Salta, procedió a dejar inaugurado el periodo de sesiones ordinarias del Poder Legislativo. Uno de los anuncios que causó sorpresa fue la reforma de la Constitución Provincial, si bien era uno de los temas de campaña del actual mandatario, lo sorprendente fue el escenario pandémico en el cual se hacía tamaño anuncio. Pero al decir de Pilatos, “Lo escrito, escrito está”, solo nos queda empezar a analizar la propuesta, ya que no es un tema minúsculo reformar la Ley suprema que regirá la vida de los salteños.

Toda reforma se justifica si mejora la vida de los ciudadanos, si garantiza sus derechos, si perfecciona el sistema republicano de gobierno, si mejora el ejercicio democrático, si garantiza la correcta administración de los recursos del Estado. Si no supera la vigente, es mejor dejarla tal cual.
Uno de los puntos a reformar que resultaría encomiable, lo constituye la “Alternancia en los cargos electivos”, o dicho de otra manera, evitar la perpetuidad en los funcionarios en el poder. Si se lograra innovar en este aspecto, habremos avanzado en subsanar deformaciones que sufrió nuestra democracia salteña.
Por caso, cabe mencionar que los salteños en los últimos 25 años de democracia, solo tuvimos 2 gobernadores, el Dr. Juan C. Romero del 95 al 2007, y el Dr. Juan M. Urtubey del 2007 al 2019. No son detalles menores recordar, que el Dr. Juan C. Romero antes de ser gobernador, fue Senador Nacional desde 1987 a 1995, y luego de dejar la gobernación regresó al Senado desde el 2007 continuando a la fecha, y que su Padre Roberto Romero fue Gobernador de Salta, desde 1983 hasta 1987.
Por su parte el Dr. Urtubey, fue Diputado nacional por el romerismo desde 1999 hasta el 2007, Hijo de quien ejercía nada más ni nada menos que la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de Salta desde 1991.
Sin entrar en detalles, sabemos de varios Intendentes y legisladores departamentales, que llegaron a 4 o 5 períodos consecutivos en sus cargos. En algunos casos, otros alternaban con alguien de su misma sangre, reteniendo el poder en la misma familia.
Revisando los hechos de la historia reciente, desde 1983 a esta parte; podemos decir que en Salta, lamentablemente caímos en una “Pseudodemocracia o Plutocracia”. En una provincia de casi 1.000.000 de habitantes es inconcebible atar los destinos del pueblo a un minúsculo grupo de personas.
Sería saludable para la democracia salteña y sería una muestra de patriotismo democrático y republicano, si los Señores constituyentes incluyen en el texto de la nueva Constitución, que todos los cargos electivos, sean del poder ejecutivo o legislativo; provincial o municipal, tengan la posibilidad de una sola reelección con intervalo de un periodo. Dicho de otra forma; que los funcionarios en ejercicio de sus funciones no puedan candidatearse para un período consecutivo. Hay casos de este modelo, en la provincia de Mendoza.
Un funcionario en campaña descuida la función para la cual fue elegido, cual es de gobernar o legislar. El funcionario electo debiera trabajar hasta el día anterior a que asuman las nuevas autoridades, y hacer entrega pública de la documentación que acredite el estado de situación del cargo que deja. Cuantas veces vimos, por ejemplo, y malo, que la Legislatura no sesiona, porque los Señores legisladores están ocupados en sus campañas políticas, pero siguen cobrando el sueldo.
Además candidatearse para un período consecutivo, posiciona al funcionario-candidato, con ventajas sobre el contrincante, por contar con el aparato del Estado y disponer de los recursos públicos para la campaña. Cualquier acción de gobierno, es una publicidad implícita. De hecho estamos acostumbrados a ver inauguraciones de grandes obras en años electorales.
Esperemos que la tal Reforma esté a la altura de las circunstancias, y no responda a caprichos personales o componendas de elite, como sucedió en el año 2003, cuando se convocó a Asamblea constituyente con el único fin de modificar el Artículo 140 de la Constitución 1998, y así permitirle al Dr. Juan C. Romero, una tercera elección; reforma que luego también favoreció al Gobernador Urtubey. Esta Asamblea constituyente, duró un día, sin lugar a debate alguno. La irresponsabilidad no solo fue de los Constituyentes, sino también de los legisladores de aquel entonces, que no tuvieron reparo alguno en sancionar previamente, la ley que declaraba la “Necesidad imperiosa de reforma constitucional”.
Para evitar la bochornosa reforma del 2003, es necesario establecer previamente un perfil de Constituyente. Para debatir la carta magna de la provincia, se requiere de personas con interés por el bien común, con pensamiento claro, con formación académica, con capacidad de expresión, con autonomía política para dar un debate fundamentado, que no esté limitado a repetir lo que se les manda a decir.
Lic. Ciencias de la Educación | Enrique Jaureguis