Desentrañando la verdad: secretos para detectar a un mentiroso

Un experto en psicología reveló las claves para detectar engaños, destacando la importancia del lenguaje verbal y las sutiles discrepancias comportamentales.

Opinión 09/05/2024 Xiomara Díaz Xiomara Díaz
Mentiroso

Mentir es un arte sutil, una danza entre verdades y falsedades que puede desconcertar incluso a los más avezados observadores. Pero, ¿cómo podemos distinguir entre la honestidad y la artimaña? Un reciente diálogo con Richard Wiseman, profesor de comprensión pública de la psicología en la Universidad de Hertfordshire, arroja luz sobre este enigma, ofreciendo perspicaces estrategias para detectar la mentira en medio del torrente de palabras y gestos.

Wiseman, conocido por su enfoque pragmático y accesible en el campo de la psicología, reveló que la clave para descubrir a un mentiroso radica en una amalgama de señales verbales y discrepancias comportamentales. Aunque las expresiones faciales y los gestos son a menudo el foco de atención, el verdadero tesoro de la detección de mentiras yace en las palabras mismas.

En un experimento intrigante, desafió la creencia popular al demostrar que la capacidad del público para detectar mentiras a través del lenguaje verbal superó, en efectividad, a la interpretación de señales visuales. Esto sugiere un nuevo paradigma: que las pistas verbales pueden ser más reveladoras que los gestos o las miradas fugaces.

Contrario al mito de la dirección de la mirada como indicador de falsedad, Wiseman desestimó tales conjeturas, enfocándose en desviaciones del comportamiento típico de una persona como verdaderas señales de alerta. Vacilaciones en el habla, respuestas evasivas y una notoria escasez de detalles personales en el discurso son pistas cruciales que no deben pasarse por alto.

Niño

La mentira, como señala Wiseman, es un comportamiento que se desarrolla inicialmente en la infancia de las personas. Desde temprana edad, muchos niños elaboran estrategias inconscientes para protegerse de conflictos, culpa, remordimiento o castigos posibles. Las mentiras y los secretos de la infancia pueden considerarse como manifestaciones de procesos mentales inconscientes y complejos que revelan aspectos importantes sobre la vida emocional y los conflictos internos del niño, así como una forma de escapar del enojo de los adultos.

Pero, ¿qué hay de los detectores de mentiras, esos artefactos de ciencia ficción que prometen revelar la verdad absoluta? Wiseman, con su característico escepticismo informado, desmitificó su eficacia, señalando que la fisiología humana puede ser un indicador impreciso, especialmente bajo el estrés de la prueba. En última instancia, ninguna tecnología puede reemplazar el juicio humano, y los supuestos rasgos de una mentira pueden aparecer tanto en sospechosos inocentes como culpables.

La ética de la mentira también se cierne sobre este debate. Wiseman abogó por una visión matizada, reconociendo que mentir puede, en ciertos contextos, fortalecer la cohesión social. Desde fingir entusiasmo por un regalo no deseado hasta omitir verdades dolorosas para preservar la armonía, la mentira se convierte en una herramienta adaptable en el vasto repertorio humano de interacciones sociales.

En última instancia, comprender la complejidad de la mentira es fundamental para desentrañar su telaraña. A medida que exploramos los recovecos de la mente humana, aprendemos a leer entre líneas y a discernir la verdad del embuste, recordando siempre que la honestidad, al igual que la mentira, es una danza sutil en el vasto escenario de la vida.

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