Las manos municipales que hicieron posible el imponente moño del Teatro Güemes

Mientras la ciudad se prepara para la Navidad y sus calles se visten de luces y colores, detrás de cada adorno que capta las miradas hay mentes que imaginan y manos que construyen, poniendo en valor el esfuerzo municipal. El Nuevo Cine Teatro Güemes de Rosario de la Frontera estrenó recientemente un moño navideño gigante, de 3,80 metros de ancho por 3 metros de alto, que se destaca sobre la fachada y se convirtió en un ícono de la decoración de esta temporada.

El mérito de esta obra no recae en la ornamentación ni en el diseño urbano; el verdadero reconocimiento corresponde al personal municipal que lo hizo posible. Tres herreros, trabajando juntos como un equipo sólido, transformaron en pocos días la idea en una estructura imponente y cuidada hasta el último detalle. Ellos son Pinino Vargas, Gastón Vargas y Matías Manzanedo.

Pinino, con años de experiencia y a punto de jubilarse, guió a Gastón desde que se incorporó hace un par de años. La relación entre ellos va más allá de la formalidad laboral; se apoyan, corrigen y perfeccionan técnicas, transmitiendo conocimiento y compromiso. Hace poco se sumó Matías, completando un trío que, a fuerza de trabajo y dedicación, llevó adelante la tarea más reciente... construir un moño de gran escala que captara la atención de vecinos y turistas.

El proceso comenzó con un simple cartón que Gastón utilizó para armar el molde inicial, imaginando cómo debía lucir la pieza terminada. En apenas tres días, lograron fabricar el moño con chapa, darle un acabado brillante en color rojo intenso y garantizar su estabilidad mediante una base firme que permitió manipularlo con seguridad. La estructura que combina curvas amplias y simétricas, transmiten alegría y cuidado artesanal, pensada para ser protagonista de la fachada del teatro y del espíritu navideño de la ciudad.

Esta obra refleja el esfuerzo silencioso que muchas veces queda fuera de los flashes, los titulares y los aplausos. Algunos de estos trabajadores son empleados de planta, otros forman parte de programas municipales; sin embargo, todos actúan con el mismo compromiso, responsabilidad y dedicación, conscientes de que su labor es fundamental para que la ciudad se destaque. Tal como explican quienes los conocen, su esperanza es algún día poder integrar formalmente la familia municipal y acceder a los beneficios que ello implica. Quizá esta Navidad acerque un paso más hacia ese sueño.

El moño se suma a la decoración de la ciudad termal, que en los últimos días celebró la inauguración del Árbol de Navidad en Plaza Independencia, con luces doradas, estrellas colgantes y vecinos reunidos para disfrutar del encendido. La fachada del teatro, ahora adornada con el lazo rojo, se convirtió en un punto de referencia visual, reforzando la sensación de fiesta y unión que caracteriza estas fechas.

Pero más allá de la estética... el moño gigante es un símbolo de trabajo, compromiso y del valor del esfuerzo detrás de escena. Cada vez que un vecino o turista detiene la mirada para admirarlo, lo que realmente se celebra es la dedicación de aquellos que, lejos de la vista pública, hacen que la ciudad se luzca.