El próximo 10 de enero será una fecha clave en la historia de Venezuela: ¿que pasará?

El desenlace del 10 de enero sigue siendo incierto, y aunque existen elementos que podrían provocar una crisis, el régimen parece estar preparándose para resistir los desafíos que se le presenten.

Mundo07/01/2025Por Expresión del SurPor Expresión del Sur
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la presidencia de Venezuela como el legítimo ganador de las últimas elecciones. Tanto él como la principal dirigente opositora, Corina Machado, aseguran que el presidente electo estará en el país para asumir el cargo, enfrentando los riesgos que esto conlleva. De hecho, Felipe González, ex presidente del gobierno español, ofreció acompañarlo en su regreso para evitar su detención.

Desde que Nicolás Maduro desconoció el triunfo electoral de González Urrutia, las movilizaciones opositoras han disminuido considerablemente y muchos dirigentes opositores han optado por exiliarse, debilitando el frente interno.

Sin embargo, algunos analistas creen que el retorno del presidente electo podría ser el catalizador de un levantamiento popular contra el régimen chavista, que ya lleva 25 años en el poder. Según Machado, esto estaría vinculado a un creciente debilitamiento del apoyo militar y policial hacia Maduro.

Las fuerzas armadas venezolanas, organizadas bajo el modelo soviético-cubano, han demostrado hasta ahora una lealtad inquebrantable, incluso en momentos críticos como los intentos de Juan Guaidó de erigirse como presidente interino. Sin embargo, Machado ha expresado su esperanza de que los militares decidan cumplir con su deber hacia la población y la democracia. Este escenario plantea dudas sobre si el 10 de enero marcará un punto de inflexión en el conflicto político venezolano.

En el ámbito internacional, el respaldo a la oposición liderada por González Urrutia todavía no parece ni sólido ni coordinado. Los países de la Unión Europea han reconocido el triunfo del presidente electo y desconocido los resultados fraudulentos presentados por el régimen de Maduro.

Sin embargo, aunque algunos líderes europeos han recibido a González Urrutia, ninguno ha dado el paso decisivo de romper relaciones con el gobierno de Maduro o de reconocer formalmente al nuevo gobierno. Esta actitud refleja la postura de evitar confrontaciones diplomáticas antes del 10 de enero. En América Latina, la situación es similar: varios países han manifestado su rechazo a los resultados electorales manipulados por el chavismo, pero tampoco han roto vínculos oficiales con el régimen.

En Estados Unidos, la política hacia Venezuela atravesará algunos cambios. El 20 de enero, diez días después de la posible asunción de González Urrutia, Donald Trump asumirá la presidencia. Aunque su postura frente al caso venezolano no está del todo clara, se espera que el grupo de origen cubano con fuerte influencia en su administración, liderado por el senador republicano Marco Rubio, desempeñe un papel clave.

Rubio ha sido un crítico implacable del chavismo y podría empujar una política más dura hacia Maduro. Sin embargo, los múltiples desafíos globales que enfrenta Estados Unidos hacen que Venezuela no parezca una prioridad inmediata para la nueva administración.

El régimen de Maduro ha dado señales de preocupación ante posibles deslealtades en sus filas, aunque estas parezcan de menor calado. Ante ello, ha intensificado la “narrativa histórico-patriótica”, utilizando eventos como el bicentenario de la Batalla de Ayacucho, que marcó el fin de la independencia hispanoamericana, para reforzar su legitimidad.

Al mismo tiempo, Maduro ha incrementado su discurso contra los “traidores” a Bolívar, señalando a generales que inicialmente fueron leales al prócer venezolano. Este enfoque busca generar temor y cohesión en sus bases. Además de las Fuerzas Armadas y la policía, el régimen cuenta con una milicia civil, un cuerpo armado compuesto por partidarios chavistas, que ha comenzado a ser movilizado.

Maduro combina medidas represivas con aparentes gestos de apertura para mantener a raya a sus opositores. En las últimas semanas ha liberado a decenas de presos políticos de bajo perfil, mientras ha encarcelado a otros considerados más peligrosos. Esta estrategia busca generar incertidumbre en los sectores que podrían apoyar o simpatizar con una reacción militar contra el chavismo, desalentando cualquier intento de insurrección organizada.

Un caso puntual que ha captado la atención internacional es el del gendarme argentino Nahuel Gallo, detenido en Caracas bajo acusaciones de espionaje sin pruebas concretas. Gallo, casado con una venezolana y padre de un hijo nacido en el país, viajaba regularmente para visitar a su familia. Su detención, inicialmente negada, fue reconocida por el régimen semanas después, aunque sin informar su paradero exacto.

Este incidente refleja el clima de tensión que rodea al régimen de Maduro en los días previos al 10 de enero. A ello se agrega que González Urrutia, seis días antes de esa fecha, será recibido por el presidente argentino Javier Milei, cuyo gobierno mantiene una áspera disputa con el régimen venezolano por el hostigamiento que sufre la embajada argentina en Caracas, que en los hechos continúa bajo control brasileño.

Por su parte, la oposición centra sus expectativas en que esta fecha pueda marcar un punto de inflexión. Aunque en otras circunstancias las posibilidades de una reacción militar contra Maduro han sido limitadas, esta vez algunos sectores de la oposición consideran que el desgaste del régimen podría abrir una ventana de oportunidad. Sin embargo, esto no garantiza que se produzca un cambio inmediato, ya que el chavismo sigue manteniendo un control significativo sobre las instituciones del país.

En este contexto, la postura que adopte Estados Unidos tras la llegada de Trump será determinante, aunque no hay señales claras de que Venezuela sea una prioridad inmediata para la nueva administración. Mientras tanto, el régimen de Maduro refuerza su estrategia para consolidar el poder, organizando actos públicos y mostrando apoyo militar.

En conclusión, el desenlace del 10 de enero sigue siendo incierto, y aunque existen elementos que podrían provocar una crisis, el régimen parece estar preparándose para resistir los desafíos que se le presenten, informó el diario Los Andes.

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