
El hogar “Mi Techo Amigo”, inaugurado el pasado jueves en El Quebrachal, no es una obra de infraestructura millonaria, ni una estrategia de marketing político. Es una respuesta.
El escritor gonzaleño Nowhereman publicó una editorial por el 25 de Mayo, donde convoca a recuperar el valor de las fechas patrias como acto de identidad y compromiso nacional.
Opinión24/05/2025 Por NowheremanEn una época en la que pareciera que todo se relativiza —valores, símbolos, palabras—, vuelve a surgir desde el corazón de Joaquín V. González una voz que, lejos del estruendo mediático o la corrección impostada, nos recuerda una verdad sencilla y profunda... la Patria no es un trámite. Es una herencia viva, que se honra en los gestos cotidianos, en la memoria activa y en la convicción de transmitirla con orgullo.
La columna firmada por Nowhereman, titulada “Enarbolar la Patria, Siempre”, no es solo un texto emotivo; es una interpelación clara, sin vueltas, que apunta directo a lo esencial. En vísperas de un nuevo 25 de Mayo, no propone una celebración hueca ni un acto escolar para cumplir. Propone, con tono sereno pero firme, recuperar el sentido original de estas fechas; identidad, pertenencia y memoria.
El autor nos invita a levantar la celeste y blanca como un acto de resistencia en tiempos difíciles. Y no se equivoca. Cuando el país tambalea —por lo económico, lo institucional o lo social—, muchos caen en la tentación de despreciar sus símbolos, como si fueran culpables del malestar. Nowhereman plantea lo contrario; es justamente cuando más nos duelen las cosas, cuando más debemos abrazar lo que nos une.
Desde su texto, emerge una idea poderosa. No hay futuro sin raíces. Y esas raíces no están en ningún discurso grandilocuente, sino en actos concretos y personales... colgar la bandera en la puerta, hablarles a los hijos de San Martín, Belgrano o Güemes, recordar que ser argentino no es solo celebrar los goles o lamentar las crisis, sino entender que somos parte de algo mayor que el presente inmediato.
En una Argentina donde todo parece estar en discusión, este llamado a la identidad nacional no es nostalgia. Es necesidad. Porque, como bien lo señala el autor, no hay país posible sin amor por la Patria. Y ese amor no se decreta ni se enseña por decreto. Se vive, se contagia, se transmite.
Por eso, este 25 de Mayo —y cada día que nos lo permita la conciencia— conviene hacer el ejercicio simple y profundo de izar la bandera. No por costumbre. Por convicción.
Viva la Patria. Con memoria, con identidad y con dignidad.
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