
El presidente Javier Milei atraviesa un momento político en el que los gestos ya no alcanzan.
Opiniones divididas: algunos sostienen que mostrarlo es necesario para que se tomen medidas y se hable del problema; otros advierten que la exposición revictimiza, estigmatiza y puede multiplicar el impacto negativo.
Opinión12/08/2025El reciente caso ocurrido en El Quebrachal, en el que un grupo de adolescentes humilló y agredió a una compañera, volvió a exponer un dilema que atraviesa a la sociedad en tiempos de redes sociales: ¿difundir estos hechos sirve para generar conciencia o solo profundiza el daño?
El video, que muestra a la víctima arrodillada, pidiendo perdón y recibiendo golpes mientras otros jóvenes filman y se ríen, se viralizó en pocas horas, alcanzando una masividad que antes era impensada. La indignación fue inmediata. También lo fueron las opiniones divididas: algunos sostienen que mostrarlo es necesario para que se tomen medidas y se hable del problema; otros advierten que la exposición revictimiza, estigmatiza y puede multiplicar el impacto negativo.
La respuesta no es simple. La difusión sí puede ayudar cuando se hace de forma responsable, con la identidad de los menores protegida y un mensaje claro que condene el hecho y promueva la prevención. Puede movilizar a instituciones, autoridades y familias a tomar acción, abrir debates necesarios y visibilizar una problemática que, en silencio, crece.
Pero también puede dañar cuando se comparte sin contexto, como simple contenido viral. El morbo, el escarnio público y la reproducción del momento violento pueden convertirse en una segunda agresión para la víctima, además de perpetuar la violencia como espectáculo.
Este caso nos obliga a repensar el rol de todos: medios, autoridades, familias y usuarios de redes. Visibilizar no es sinónimo de exponer. Y la verdadera utilidad de mostrar un hecho así no está en cuántas veces se comparta, sino en qué cambios concretos logre impulsar.
Porque la violencia entre adolescentes no se erradica con indignación momentánea, sino con un compromiso sostenido para educar, contener y prevenir. Lo demás, será solo ruido pasajero en una red saturada de imágenes.
Por José Alberto Coria
El presidente Javier Milei atraviesa un momento político en el que los gestos ya no alcanzan.
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