Día de los muertos: entre el recuerdo y la gratitud

Columna de opinión | Nowhereman: El Día de los Muertos invita a honrar a quienes nos dejaron y valorar su legado.

Opinión01/11/2025 Nowhereman
Dia de los muertos

El Día de los fieles difuntos, o Muertos, es mucho más que una fecha en el calendario. Es un puente entre el mundo de los vivos y el de quienes ya partieron, una celebración donde la memoria se vuelve acto, donde el amor se transmite en silencio mediante flores, altares, comidas y plegarias.

En México, esta tradición se convierte en una verdadera fiesta de colores. Las calles se llenan de papel picado, velas, calaveras de azúcar y flores de cempasúchil. Los altares —u ofrendas— se preparan con esmero: pan de muerto, mole, fotografías, agua, sal y los objetos que más le gustaban al difunto. Todo tiene un sentido profundo: guiar a las almas en su regreso, recibirlas con respeto, alegría y cariño.

En el altiplano andino, y especialmente aquí en Salta, la tradición toma tonos propios, pero el sentimiento es el mismo. Se arman mesas de difuntos o “tablitas” con mantel blanco, velas, imágenes religiosas, fotografías, panes, empanadas, tamales, frutas, bebidas y hasta cigarrillos o coca. Las familias rezan, preparan la comida favorita del difunto y abren las puertas de su casa para compartir, porque recordar también es un acto comunitario.

Aunque las formas varíen —entre la fiesta colorida mexicana, el recogimiento de los pueblos andinos o los rosarios en las casas salteñas—, el corazón de la tradición es uno solo: el amor que perdura más allá de la muerte. No se trata de adorar la ausencia, sino de agradecer por lo vivido. De reconocer que la vida sigue, pero que no estamos solos; caminamos acompañados por quienes nos dieron historia, apellido, valores y raíces.

No hay una manera correcta o incorrecta de recordar a los que ya no están. Algunos lo hacen con música y flores naranjas; otros, con rezos, silencio o una simple vela encendida en su covacha o tumba. Cada gesto, grande o pequeño, es válido cuando nace del amor.

Porque al final, honrar a nuestros muertos no es aferrarse a la tristeza, sino aprender a celebrar su paso por nuestra vida.

"Recordar también es mantenerlos vivos".


 
 
 
 
 
 
 

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