La imaginación popular no duerme y las carnicerías se quejan de competencia desleal

Con la llegada de las fiestas, crece el consumo de carne y también la tensión en el sector. Carniceros advierten que la venta informal de lechones y cortes por redes sociales y canales alternativos afecta la rentabilidad de los comercios habilitados, que deben cumplir con controles que los vendedores “caseros” no tienen.

Sociedad25/11/2025Carolina SaraviaCarolina Saravia
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A medida que se acercan las fiestas, el mercado de la carne en Salta se mueve con intensidad, aunque no siempre por los caminos formales. Carniceros de distintos barrios advierten que la creciente venta informal de carne, especialmente de cerdo, está generando un fuerte desequilibrio, en un escenario donde la “imaginación popular” encuentra nuevas formas de hacer negocio sin horarios, sin habilitación y sin regulación.

En diálogo con comerciantes locales, coinciden en que el comercio informal gana terreno, sobre todo a través de plataformas como Marketplace, grupos de WhatsApp y canales de venta directa. “La gente trae chancho y lo vende en cualquier lado, como si nada. Es imposible competir con eso”, señaló un carnicero que prefirió mantener su nombre en reserva para evitar conflictos con clientes y proveedores.

El problema se profundiza porque, según explican, el mercado paralelo ofrece los lechones hasta un 30% más baratos, un precio que los locales habilitados simplemente no pueden igualar debido a los costos que deben afrontar: controles sanitarios, refrigeración, impuestos, personal y transporte autorizado.

“Hay carnicerías que ya dejaron de vender lechón. No tiene sentido competir con algo que no cumple requisitos pero se vende igual”, agregó otro comerciante de la zona sur.

La situación no es nueva, pero cada diciembre se repite con más fuerza. Las fiestas disparan la demanda y también la creatividad comercial, que va desde ventas “puerta a puerta” hasta ofertas publicadas con fotos improvisadas en redes sociales. Todo esto, sin garantía de origen, sin controles bromatológicos y sin resguardo para los consumidores.

Desde el sector formal aseguran que el impacto económico es grande y piden mayor fiscalización, aunque admiten que el fenómeno está tan extendido que “es difícil perseguir algo que se vende desde una camioneta, un WhatsApp o una publicación que desaparece a los minutos”.

Mientras tanto, la pulseada continúa: por un lado, los comercios habilitados que buscan mantener su actividad dentro de las normas; por el otro, una venta informal que crece a la misma velocidad que la necesidad y la astucia, de buscar ingresos extras en tiempos difíciles.

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