Todo mal entre bancos y Gobierno: suba de encajes y compra forzada de bonos

La decisión del Banco Central de inmovilizar más fondos y forzar a las entidades a invertir en deuda oficial desató tensión en el sistema financiero, con desplome de acciones y críticas abiertas de los banqueros.

Economía y Finanzas15/08/2025José Alberto CoriaJosé Alberto Coria
BANCOS

El vínculo entre el Gobierno y los bancos atraviesa uno de sus momentos más tensos. El equipo económico decidió elevar nuevamente los encajes obligatorios —fondos que las entidades deben mantener inmovilizados por disposición del Banco Central— y obligar a que ese dinero se destine a la compra de bonos que el mercado había rechazado en la licitación del miércoles. La medida fue interpretada en el sector como un “corralón”, evocando la recordada maniobra del 2001 que restringió el manejo de los depósitos.

La reacción fue inmediata. En una reunión virtual con más de 200 representantes de entidades agrupadas en Adeba, ABA, ABE y Abappra, las autoridades del Central expusieron la decisión sin margen para el debate. “No nos dejaron opinar. Están secando al sistema financiero y destruyendo nuestras acciones en Wall Street”, advirtió uno de los banqueros.

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El impacto no tardó en sentirse en los mercados: los ADR de bancos argentinos que cotizan en Nueva York se desplomaron, con caídas superiores al 10% en algunos casos. Banco Supervielle perdió 8,7%, Galicia 5,3% y BBVA 4,2%, reflejando la desconfianza externa sobre la solidez del sistema financiero local.

Desde la visión oficial, el ministro Luis Caputo justificó la medida como parte de la estrategia para “cuidar la inflación” y evitar que haya más pesos en circulación sin un respaldo claro. Sin embargo, incluso desde el mercado señalan que la política monetaria perdió rumbo y previsibilidad, recordando que desde la eliminación de las Leliq las decisiones se anuncian tarde y con escasa claridad.

El mensaje del Gobierno hacia las entidades fue contundente: el dinero no debe ir al dólar ni presionar la cotización. Pero en la City temen que el efecto colateral sea un ahogo de la actividad crediticia y un nuevo golpe a la confianza, en medio de un delicado escenario político y económico.

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