De la foto en la Rosada, al poder real en el Congreso: el giro de Sáenz

El gobernador de Salta entendió que la foto con el Presidente no sirve. La defensa de la provincia ya no se juega en la Casa Rosada, sino en el Congreso | Por José Alberto Coria

Opinión28/11/2025José Alberto CoriaJosé Alberto Coria
SÁENZ Y JALDO

El encuentro de este jueves en la Casa de Salta no fue una foto más: fue la confirmación de que Gustavo Sáenz decidió dejar atrás la espera paciente y asumir, de una vez, el rol político que el propio escenario nacional lo obligó a ocupar. El gobernador salteño entendió que la etapa de la “buena predisposición” con Javier Milei se agotó y que seguir entregando gestos sin obtener nada a cambio era, simplemente, suicida para la provincia.

Porque si hay algo que marcó la relación entre Sáenz y Milei desde 2023 fue la asimetría. El Gobernador de Salta no sólo blanqueó rápidamente su voluntad de acompañar al nuevo Gobierno nacional elegido por el voto popular, sino que además puso a sus diputados al frente de votaciones clave, aun cuando eso significara costos hacia adentro. La Ley Bases es el ejemplo más contundente: el saencismo la acompañó, incluso mientras otros mandatarios preferían pararse desde la vereda cómoda de la crítica.

Pero Milei nunca devolvió ese respaldo. Al contrario: la tijera cayó con fuerza sobre los recursos de Salta, y lo que se prometió en campaña -federalismo real, reglas claras, previsibilidad- quedó sepultado en una sucesión de medidas que hicieron crujir a las provincias. Para colmo, el saencismo sufrió la envestida más fuerte cuando Karina Milei y Lule Menem le allanaron el camino electoral a Alfredo Olmedo y Emilia Orozco. "Nosotros apoyamos a nivel nacional y ellos nos matan en la provincia", expresó tiempo atrás el mandatario. 

Sáenz

Ese episodio fue el punto de quiebre. En el Grand Bourg quedó una certeza: seguir apostando a una relación desigual sólo conducía a dos años más de desgaste, recortes y ninguneo político. Y Sáenz, que no es de los que se quedan mirando cómo le sacan la silla, decidió mover.

Así nació Primero los Salteños, el espacio que en octubre terminó dándole lo que el salteño no tenía: representación real en el Congreso. Flavia Royón al Senado -donde Sáenz no tenía absolutamente nada- y Bernardo Biella a Diputados. Con ellos, sumados a la tropa propia, el gobernador pasó de ser un actor marginal en el Congreso a contar con cuatro diputados y un senador, una base que modifica su peso político, en la ajustada relación de fuerzas de la Cámara Baja y el Senado.

Ese músculo legislativo ahora se articula con el de otros mandatarios en una situación similar, y allí aparece la verdadera dimensión del movimiento. El nuevo espacio federal que Sáenz promueve junto a Figueroa, Jaldo y Jalil sumará seis senadores y alrededor de una docena de diputados después del recambio, conformando un bloque que, sin ser mayoritario, puede inclinar la balanza en cualquier negociación fina. Por primera vez, estos gobernadores dejan de ser espectadores del reparto de poder en Buenos Aires.

La defensa de Salta se juega en el Congreso

Y aquí surge un dato político de fondo: este armado expresa, en los hechos, la fase siguiente del peronismo después del kirchnerismo. Un peronismo del interior, pragmático, sin liderazgos verticales, más preocupado por recursos y gobernabilidad que por las disputas ideológicas de la Capital. Gobernadores que se despegaron del cristinismo, pero que tampoco se alinean con el radicalismo que domina Provincias Unidas. Un peronismo que empieza a reordenarse desde las provincias y no desde el AMBA.

Sáenz G

Sáenz ya no depende de la foto con el Presidente; entendió que eso no sirve ni para conseguir recursos ni para influir en las leyes que definirán el futuro del país. La defensa de la provincia ya no se juega en la Casa Rosada, sino en el Congreso, donde Milei deberá buscar votos para un paquete de reformas más extenso y profundo que cualquier gobierno anterior.

Por eso el encuentro con Figueroa, Jaldo y Jalil marca el nacimiento de algo más grande: un polo de poder federal que ya no acepta ser convidado de piedra. Gobernadores que deciden sentarse en la mesa donde se negocia de verdad, sin intermediarios y sin esperar favores que nunca llegan.

Sáenz rompió el espejismo. Comprendió que el federalismo no se mendiga: se construye. Y que en un país gobernado desde Twitter, la única herramienta real para defender a Salta es el músculo parlamentario.

La Casa de Salta fue la primera señal fuerte de ese nuevo tiempo político. Y esta vez, el salteño no está dispuesto a quedarse mirando cómo otros deciden por él. Porque en este tablero, el que no juega, pierde. Y Sáenz decidió jugar.

multimedia.grande.97cdf8fe516d11eb.Z3JhbmRlLndlYnA=

Te puede interesar
Noticias más leídas