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La posibilidad de disfrutar de una velada religiosa no puede estar reñida con la seguridad y el respeto por los demás | Editorial por José Alberto Coria
Opinión10/02/2025Las veladas religiosas, especialmente en el norte argentino, son eventos que marcan la devoción de miles de personas, uniendo fe y tradición en torno a nuestras más arraigadas creencias. Estas festividades, que rinden homenaje a santos y vírgenes, son una expresión cultural que ha perdurado por generaciones y siguen siendo el alma de muchas comunidades. Sin embargo, como toda tradición que crece en magnitud, no está exenta de controversias.
Recientemente, hemos sido testigos de un lamentable episodio en Sauce Bajada, donde una gresca violenta en plena velada dejó a cuatro personas heridas, dos de ellas de gravedad. Este incidente nos invita a reflexionar sobre el modelo de organización de algunos de estos eventos, en particular sobre el control que se ejerce en torno al consumo de alcohol, un factor que en varias ocasiones ha exacerbado las tensiones y desencadenado situaciones de violencia.
No cabe duda de que las veladas religiosas, cuando son bien organizadas, son momentos de encuentro y devoción, donde los vecinos se agrupan para compartir un sentido común de pertenencia y fe. En estos eventos se recogen promesas, se realizan rezos, y se vive la religiosidad en su forma más auténtica. En algunos casos, las festividades se desarrollan sin inconvenientes, en un marco de respeto y alegría, como debe ser.
Sin embargo, no podemos ignorar que en ciertos casos, estas celebraciones se desvirtúan. El consumo desmedido de alcohol, la falta de control en el ingreso de bebidas alcohólicas, y la masificación de los eventos contribuyen a que, en lugar de una manifestación de fe, se transformen en espectáculos que pierden de vista su verdadero sentido. El descontrol, las peleas, y los incidentes como el ocurrido en Sauce Bajada no deben ser la imagen que nos deje una velada.
Es urgente que empecemos a regular estos eventos. La posibilidad de disfrutar de una velada religiosa no puede estar reñida con la seguridad y el respeto por los demás. Las autoridades locales deben trabajar en conjunto con las comunidades y los organizadores para establecer normativas claras que garanticen que estas celebraciones se desarrollen dentro de un marco de control, donde el consumo de alcohol esté limitado y los recursos de seguridad sean suficientes.
Es fundamental también que se eduque a los participantes en cuanto a los valores de respeto y responsabilidad. Las veladas son una expresión religiosa, no una excusa para el desorden. Y es responsabilidad de todos, tanto de los organizadores como de los asistentes, cuidar la integridad de estas tradiciones, para que las generaciones venideras puedan disfrutarlas como un acto genuino de fe y comunidad.
La devoción debe prevalecer sobre el descontrol. Es hora de tomar medidas para que las veladas religiosas continúen siendo una fiesta de la fe, la fraternidad y la cultura, sin que la violencia empañe su verdadero propósito. La responsabilidad está en manos de todos, y es hora de actuar para proteger lo que estas festividades representan.
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