Doctrina Social: Entre la dignidad y el bien común

En un tiempo de grietas y antinomias resurgidas, esta reflexión propone volver a mirar los principios de la Doctrina Social de la Iglesia como una alternativa vigente que pone al ser humano en el centro.

Opinión09/04/2025 Lic. Enrique Jaureguis
JAUREGUIS DOCTRINA SOCIAL

Una propuesta siempre vigente,  para viejas antinomias…. 

            En estos últimos tiempos el mundo, de manera particular América Latina, en cuanto a políticas de estados, comenzó a moverse de manera pendular entre modelos políticos-económicos denominados de Izquierda o Derecha, socialista o capitalista, elitista o populista; reviviendo viejas antinomias, que parecían ya pasadas.  Decía un estadista argentino hace tiempo atrás, que ninguno de estos modelos a ultranza, pudieron dar respuestas a las necesidades esenciales del hombre, por eso proponía avanzar en una tercera posición recuperando lo positivo de cada uno. Pero pareciera ser que cuesta mucho encontrar la línea intermedia, o es blanco o es negro.

            Si se defiende al pobre, se habla de igualdad de posibilidades para todos, y del bien común, sos “Zurdo”; si se defiende a los capitalistas, se promueve la meritocracia y la propiedad privada, sos de “Derecha”. Cuando no se da también una cuestión sociológica de “Clase”, porque defender a la Derecha, te hace sentir que perteneces a una “Elite de hombres de Bien”; identificarse con la otra mano, te hace sentir un “Marginal, del populo o de la chusma” con todo lo que eso sociológicamente significa. En la historia existen muchos hechos lamentables de ejercicio de poder de una u otra posición sobre la otra, arrogándose cada una su pensamiento como mesiánico, aniquilando cientos de vidas, por el solo hecho de defender una idea.  

            En este contexto, recordar los principios rectores de la Doctrina social de la Iglesia, podría ser más que importante, habida cuenta que nuestro país y el continente está habitado por una mayoría de creyentes cristianos, además que   esta doctrina no emerge de una plataforma política pendular, sino de la misma propuesta cristiana. La misma se presenta como principios de reflexión, criterios de juicio, y directrices de acción que pueden coadyuvar a comprender y transformar la realidad social. Estos representan un patrimonio permanente de reflexión, que es parte esencial del mensaje cristiano.

            La Doctrina Social, es un compendio del Magisterio de la Iglesia que teniendo como base el mismo Evangelio, trata de iluminar los movimientos sociales, políticos y económicos que emergieron desde el S. XIX. 

            Los ejes sobre los cuales se organiza la Doctrina Social de la Iglesia entre otros son: La Dignidad de la persona humana, y el Bien común.    Los mismos deben ser considerados en su unidad, conexión y articulación, la atención a cada uno en su especificidad sin articulación puede conducir a una utilización parcial y hasta errónea. 

            Respecto del primer principio, manifiesta que “Una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto a la Dignidad de la persona humana”, esta representa el fin último de la sociedad que está a ella ordenada”. En ningún caso la persona humana puede ser instrumentalizada para fines ajenos a su mismo desarrollo.

            La persona humana no puede ser finalizada a proyectos de carácter económico, social o político impuesto por autoridad alguna, ni siquiera en nombre de un supuesto progreso de la comunidad civil en el presente o en el futuro.

            La dignidad de la persona, hace que todo ciudadano sea respetado de manera integral en todas sus dimensiones; nadie puede atentar contra ella. Quienes detentan algún poder o autoridad impuesta por sus funciones, cargo, o electa democráticamente, deben reconocer en cada persona, la dignidad que le corresponde independientemente de su condición social, raza, credo, o posicionamiento político o cosmovisión. 

            Lamentablemente nos estamos acostumbrando a ver como natural que, en nombre de un futuro mejor, de una reorganización, o de un ordenamiento, se impongan ajustes que atentan contra la dignidad de la persona, privando a las mismas de la posibilidad de acceder a cuestiones básicas como la alimentación, la vivienda, la salud, o el trabajo digno.

            También vemos que a los efectos de mantener el “Poder”, en cualquier organización social, se recurren a prácticas nefastas que atentan contra la dignidad de las personas. Desde callar, denostar o agraviar a los que opinan diferente, o reprimir cuando se hace uso del derecho constitucional de hacer escuchar los reclamos en la vía pública.

            El otro principio es el Bien Común.

            Al respecto la D.S.I declara: Una Sociedad que quiera estar al servicio del ser humano, es aquella que se propone como meta prioritaria el Bien Común, en cuanto bien de todo el hombre y de todos los hombres. La persona no puede encontrar realización sola en sí misma, es decir prescindir de su ser con y para los demás.

            Si tenemos en cuenta que el Estado es la sociedad organizada políticamente, y siguiendo la línea de pensamiento de la D.S.I, un Estado que quiera estar al servicio del ser humano no debe dejar de lado el “Bien común”. Entre las múltiples implicancias del Bien común, adquiere importancia el destino universal de los bienes. Manifiesta que Dios ha creado y destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres.   En consecuencia, quienes rigen los destinos de los pueblos, deben trabajar para que los bienes creados lleguen a todos en forma equitativa sin privilegiar a determinados grupos, ni excluir a otros. Promover proyectos económicos donde el acopio de riqueza sólo se da en unos cuantos, para que luego desde su opulencia (por efecto derrame), las sobras caigan al resto, no es un acto de justicia humana.

            El principio del destino universal de los bienes invita a cultivar una visión de la economía inspirada en valores morales que permitan tener siempre presente el origen y la finalidad de tales bienes para así realizar un mundo justo y solidario. No es posible niños con hambre ni altos porcentajes de pobres en la patria bendita del pan, tampoco se concibe escasez de trabajo con altos índices de desocupación, en un país donde hay tanto por hacer. 

            Esta realidad no sería posible si nuestros gobernantes con el apoyo de los legisladores implementaran políticas que promuevan una justa distribución de la   riqueza, considerando el destino universal de los bienes. Muy por el   contrario vemos que se ponen de acuerdo en aprobar leyes y decretos para apuntalar la especulación financiera, y el neocolonialismo económico, endeudando el país por generaciones, haciendo una utilización distorsionada de los préstamos recibidos internacionalmente. Un país endeudado no es libre ni soberano, quedará siempre atado a las exigencias y caprichos del mercado, cuya finalidad no es precisamente el desarrollo de los pueblos, ni mucho menos la promoción humana, sino la usura internacional y el imperialismo económico.

            En un contexto de elecciones para renovar los cuerpos legislativos, sería importante saber la opinión de los postulantes sobre estos temas, que son ejes para una política de desarrollo nacional y de promoción humana.  

Prof. Enrique Jaureguis - Lic en Cs de la Educación

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