Pese a la contundencia del paro, la CGT no logró conmover al Gobierno

En Azopardo esperaban algún llamado para re discutir las medidas del Gobierno. Ahora, el debate interno se profundiza: algunos quieren esperar y otros presionan por un paro de 36 horas

Política 10/05/2024 José Alberto Coria José Alberto Coria
CGT

El paro de la CGT se hizo sentir, pese a que tuvo un acatamiento dispar, pero la dirigencia cegetista no pudo cumplir con su objetivo: conmover al Gobierno para que modifique sus políticas. Las reacciones de los principales referentes libertarios ante la segunda huelga general contra Javier Milei permiten suponer que el día después de la protesta sindical no cambiará demasiado la postura oficial.

“El Gobierno debe tomar nota y reconfigurar su política de ajuste, que nos está llevando a extremos”, dijo el cotitular de la CGT Héctor Daer (Sanidad) en la conferencia de prensa en la que se hizo un balance de la medida de fuerza. 

El balance positivo del paro que hizo la CGT tuvo sabor a alivio (no tenían una clara certeza del grado de acatamiento de los trabajadores) y también a preocupación: el problema que se abre ahora para la cúpula cegetista es cómo seguir. El sector dialoguista sabe que no puede repetir huelgas todos los meses, aunque empieza a sentirse la presión de algunos dirigentes por avanzar hacia un paro de 36 horas. Lo verbalizó el combativo Rubén “Pollo” Sobrero en la marcha de la izquierda por el Día del Trabajador y, a la distancia, ya lo consideran como una variante posible en el ala dura de la CGT.

Daer

Para la mayoría de la CGT no habrá manera de que el Presidente retroceda y acepte negociar si no fracasan sus grandes apuestas legislativas. Fue lo que pasó, recuerdan, cuando descubrió tardíamente la enorme repercusión de la marcha universitaria. “Milei es inteligente y hay que confrontarlo con inteligencia”, fue una de las frases escuchadas en privado en la CGT. En la misma sintonía, un dirigente de peso advirtió: “Tenemos que cuidar la herramienta del paro. No la podemos desgastar”.

Dentro de la central obrera, hay quienes imaginan que el Gobierno finalmente accederá a convocar de nuevo a la dirigencia cegetista para reanudar el diálogo. 

El Gobierno no hizo ningún esfuerzo adicional para tratar de que se levantara el paro de este jueves, aunque es cierto que dio algunos guiños en ese sentido. Por ejemplo, aceptó recortar la reforma laboral incluida en la Ley Bases casi a medida de la CGT y flexibilizó su postura de no homologar paritarias que superaran la previsión inflacionaria (ahora, acepta los mismos aumentos salariales si se reacomodan las cifras finales para camuflarlas, toda una tradición de gobiernos de distinto signo).

Ahora, tras su segunda huelga general en cinco meses, la CGT espera que la próxima jugada sea de Milei. No sólo lo espera sino que también es lo que necesita su fracción dialoguista, que busca eludir la postal intolerante de los 13 paros generales contra Raúl Alfonsín y, además, quiere escaparse de la dinámica irreductible de las fracciones gremiales combativas y de izquierda. Desde allí surgen en estas horas las consignas en favor de un paro de 36 horas. Los moderados de la CGT temen que en ese foco radicalizado de sus propias filas y de las dos CTA germinen ideas destituyentes.

El desafío es cómo continuar tras esta medida de fuerza que se hizo sentir, pero que, en la práctica, no cumplió el objetivo de conmover al Gobierno. La foto final, incluso, relativizó el alto acatamiento a la protesta del que habla la CGT porque hubo shoppings, supermercados y comercios abiertos, además de un intenso movimiento de autos. Daer incluso admitió que había colectivos, “pero sin pasajeros”.

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