Caminando con fe y devoción: la historia de la familia Cazón y el Milagro de Salta

La familia Cazón-Ortega vive la fe del Milagro de Salta con devoción y entrega, transmitiendo la tradición de generación en generación. Cada peregrinación se convierte en un acto de agradecimiento y solidaridad, donde la esperanza y la fe guían cada paso.

Sociedad09/09/2025Xiomara DíazXiomara Díaz
Don Cazon

En el hogar de la familia Cazón–Ortega se conserva un altar dedicado al Señor y a la Virgen del Milagro, con imágenes entregadas hace años por un comerciante capitalino, don David, conocido por su generosidad con los peregrinos. La fe de esta familia quedó marcada por la experiencia de su hijo menor, Martín, diagnosticado en la infancia con hidrocefalia no evolutiva, pérdida parcial de visión y audición. Durante una de las primeras peregrinaciones, el niño se descompensó en el camino y, al recuperarse, sorprendió a sus padres relatando que podía ver y escuchar con claridad. Para ellos, ese episodio constituyó un verdadero milagro.

La marcha comenzó en 1994, cuando Alejandro Cazón, acompañado por su tío Pedro Soria, emprendió el camino hacia la Catedral de Salta. Al año siguiente se sumó toda la familia y, con el paso del tiempo, la columna de caminantes creció al punto de organizarse en grupos para sostener la logística del viaje. Cada cinco días de marcha se transforman en un acto de fe: caminar, rezar, pedir y agradecer.

Sin medios de comunicación y con escasos recursos, la peregrinación se sostuvo gracias a la solidaridad en el camino. Vecinos y viajeros se conmovían al verlos avanzar con un tarro para el mate, un bidón de agua y el empuje de la fe. En una ocasión, una mujer entregó la única tortilla que tenía para sus hijos, gesto que Alejandro retribuyó con el pedazo de pan que llevaba en su mochila.

Alejandro fue peón rural en fincas de La Aguadita, Yatasto y El Mistol. Junto a su esposa, Lucía Ortega, se trasladó a Metán para criar a sus seis hijos. El Milagro pasó a ser parte esencial de la vida familiar: sus hijos, nietos y vecinos se sumaron a la marcha año tras año. Desde 2019, cuando Alejandro ya no pudo caminar, otros pies continúan la huella marcada en honor a su fe, entre ellos Francisco, su nieto.

Hoy, la peregrinación de los Cazón–Ortega se sostiene como un testimonio vivo de entrega y devoción, una historia que ha inspirado a generaciones y que se mantiene como ejemplo del verdadero sentido del Milagro en Salta. La riqueza de esta tradición familiar se encuentra también registrada en el Archivo Histórico de San José de Metán  elevado a la Cámara de Diputados, aunque lo verdaderamente importante sigue siendo la historia de fe y perseverancia que marcó a toda una comunidad.

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